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domingo, diciembre 14, 2025

Somos nuestro peor enemigo


La mayoría de nosotros tenemos un crítico robusto que se sienta dentro de nosotros, listos para castigarnos por cosas que hemos dicho o hecho. A menudo se lo conoce como nuestro «crítico interno» y ha sido estudiado ampliamente desde la década de 1950 por los psicólogos. Puede tener un efecto enormemente debilitante en nuestras vidas si permitimos que se apodere. Nuestro crítico interno puede paralizar nuestra actuación en el trabajo, dar lugar al síndrome de impostor y hacernos cuestionar cada relación que intentamos forjar. Entonces, ¿hay algo que podamos hacer al respecto?
En términos de investigación, el crítico interno se conoce como «un sistema bien integrado de pensamientos y actitudes críticas y negativas del yo que interfiere con el proceso de experimentación orgánica del individuo». En otras palabras, es una fuente de retórica interna que se interpone en el camino de que podamos disfrutar de la vida.
A través de los ojos de Freud, es nuestro «súper ego» y refleja el conjunto interno de reglas culturales que aprendimos como niños de nuestros padres y otros cuidadores o educadores.
Nuestro crítico interno es predominantemente una parte inconsciente de nuestra personalidad que establece los ideales y objetivos a los que aspiramos y guía nuestra conciencia. A menudo critica o prohíbe nuestros impulsos naturales, fantasías, sentimientos y acciones que están en conflicto con esta visión percibida de la perfección. Castiga el mal comportamiento con sentimientos de culpa y vergüenza.
Se esfuerza por actuar de manera socialmente aceptable y controla nuestro sentido de lo correcto, lo incorrecto y la culpa. Sirve para ayudarnos a encajar en la sociedad guiándonos a actuar y hablar de manera socialmente aceptable.

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