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sábado, diciembre 13, 2025

La habilidad de liderazgo de la que nadie habla (pero lo cambia todo)


La mayoría de nosotros, cuando nos enfrentamos a desafíos, buscamos instintivamente certeza y respuestas. A su vez, nuestro ego interviene y nos pide a defender nuestras vistas, duplicar o quizás desconectarnos.

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Pero, ¿qué pasa si la verdadera superpotencia en conversaciones desafiantes no es correcta, es curioso?

La curiosidad a menudo lleva un asiento trasero a la certeza y se etiqueta como una habilidad suave, lo que hace que suene obvio y fácil. En realidad, es cualquier cosa menos.

Requiere una práctica disciplinada que requiere humildad, autoconciencia y coraje. Se necesita estar dispuesto a dejar de lado la necesidad de ser correcto a favor del deseo de entender.

Considero que la curiosidad es el alma del diálogo productivo. Es lo que nos cambia del papel del conocedor, rígido, cierto, cerrado, al papel del alumno, abierto, exploratorio y comprometido.

Cuando nos acercamos a una conversación como conocedores, entramos con una mentalidad fija: tengo razón; Necesito convencerlos. Esta actitud es algo con lo que hemos sido programados desde el jardín de infantes durante nuestra vida laboral.

Crea una postura defensiva que conduce a la resistencia. Sin embargo, como alumnos, el tono cambia.

En lugar de abogar por y defender nuestra posición, podemos preguntar: «¿Pueden ayudarme a comprender mejor su perspectiva?» o «¿Cuál es tu pensamiento detrás de tu posición?»

Las preguntas sinceras fomentan la apertura e invitan al diálogo colaborativo.

Un cliente, Miguel, aprendió esta lección de la manera difícil durante una acalorada discusión con un colega sobre políticas de trabajo remoto. Entró armado con estadísticas y estudios, listo para demostrar su punto.

Cuanto más duro empujó, más arraigado se volvió su colega, Becca. En un instante, Miguel recordó el trabajo que estaba haciendo para ser menos confrontativo y despertó de su atrincheramiento defensivo.

Hizo una pausa, respiró o dos y cambió a la investigación. Se detuvo y preguntó: «¿Qué le preocupa más si implementamos esta política?»

La dinámica de la conversación cambió. Becca expresó sus preocupaciones sobre la cohesión del equipo y sus luchas con los límites de la vida laboral, los problemas que Miguel ni siquiera había considerado.

En unos minutos, hicieron la transición de adversarios a colaboradores y descubrieron un enfoque híbrido gratificante. El avance fue su disposición a dejar de fingir que su posición fue la única respuesta y, en su lugar, escuchar y aprender unos de otros.

El coraje de decir «No sé»

El cambio de la arrogancia de un conocedor a la humildad de la curiosidad requiere práctica. Es un cambio de fuerza, no de debilidad. Se necesita humildad y vulnerabilidad Para decir honestamente: «Podría estar perdiendo algo».

Y se necesita presencia actual para escuchar sin ensayar una refutación. Las recompensas son invaluables.

Cuando conducimos con curiosidad, señalamos a los demás y a nosotros mismos que es seguro explorar. Esa apertura crea un espacio donde crecen un nuevo pensamiento, escucha actual, creatividad y respeto mutuo.

Un ejecutivo, Racheal, inicialmente luchó con este concepto. «Si admito que no sé algo, ¿eso no socavará mi autoridad? Me pagan por tener respuestas».

Pero con algo de entrenamiento, probó una nueva táctica en las reuniones de su equipo. Antes de abogar por su posición, comenzó a hacer preguntas para escuchar otras perspectivas.

Su miedo a perder la autoridad period infundada. Su equipo comenzó a hablar más, le dio problemas antes, ofreciendo más soluciones creativas y tomando una mayor propiedad de los resultados.

Su disposición a ajustar su enfoque tuvo un profundo impacto en el equipo.

Preguntas que transforman

Cuando las emociones son altas o nuestros valores están amenazados, es una señal para hacer un esfuerzo para cambiar nuestro patrón reactivo.

Hacer preguntas sinceras y sin prejuicios en el calor del conflicto puede cambiar toda la temperatura de una conversación.

Fui testigo de esto durante una reunión de suite C particularmente tensa donde dos miembros de la junta estaban encerrados en lo que parecía un desacuerdo irreconciliable sobre las prioridades presupuestarias.

La habitación estaba llena de frustración cuando uno de ellos se dio cuenta del punto muerto, se detuvo y dijo: «Está bien, por favor ayúdame a entender tu pensamiento. ¿Qué me estoy perdiendo?»

Nuestras posiciones firmes consisten en cuatro elementos clave que los apoyan, elementos que sirven como guía para hacer preguntas efectivas.

Estas no son solo técnicas inteligentes, pero son preguntas fáciles de recordar que demuestran un compromiso con el aprendizaje en lugar de juzgar y descubrir en lugar de defender.

Me refiero a los cuatro elementos clave como cads, bribones en nuestras cabezas, llenos de travesuras. Representan: preocupaciones, problemas de autoridad/poder, deseos y estándares.

Cuestionar nuestros motivos propios y de los demás en torno a cada uno de los CADS nos guiará para reflexionar y expresar nuestros pensamientos, así como investigar las perspectivas de los demás.

Preocupaciones – «¿Qué preocupaciones estás sosteniendo que podría no estar viendo?»

Autoridad – «¿Qué dinámica de poder está rodeando este problema?» (Existen en cada conversación).

Deseos – «Ayúdame a entender lo que quieres lograr con la decisión».

Estándares – «¿Qué valores o ética están impulsando su posición?»

Con CADS, las preguntas revelan los pensamientos tácitos que impulsan la posición de cada persona.

En el caso de los dos miembros de la junta, cuando uno simplemente le preguntó al otro sobre sus preocupaciones, el ejecutivo rompió el hechizo intratable. Uno estaba preocupado por el crecimiento y las finanzas.

El otro estaba preocupado por la calidad y la necesidad de una administración cuidadosa. Su capacidad para cambiar su patrón reactivo llevó a un camino hacia adelante y una conversación de colaboración que los satisfizo a ambos.

La práctica de la curiosidad

La curiosidad como práctica de conversación significa desarrollar hábitos específicos. Antes de entrar en conversaciones difíciles, aprendí a preguntarme: «¿De qué estoy más seguro aquí?» Esa certeza es a menudo donde viven mis puntos ciegos.

Entonces pregunto: «¿Qué me podría perder?» Este pequeño cambio interno me prepara para escuchar lo que aún no sé en lugar de confirmar lo que creo que ya entiendo.

Un padre compartió conmigo cómo este enfoque transformó su relación con su hija adolescente. En lugar de lanzarse a conferencias cuando su hija tomó decisiones cuestionables, comenzó a preguntar: «Ayúdame a entender lo que estaba pasando por su mente».

No solo aprendió sobre las presiones y la dinámica social que había olvidado de su propia adolescencia, sino que su hija comenzó a acudir a ella para recibir consejos en lugar de ocultar sus luchas.

El efecto de ondulación

Cuando intercambiamos la arrogancia de conocer la humildad del aprendizaje, desbloqueamos nuevas posibilidades en nuestras relaciones, nuestro liderazgo y nosotros mismos. La curiosidad crea un contagio de apertura.

Cuando las personas se sienten genuinamente escuchadas y entendidas, se vuelven más dispuestas a extender la misma gracia a los demás.

Esto se manifiesta en la dinámica del equipo, donde la curiosidad genuina de una persona puede cambiar una reunión completa de un enfoque de resolución de problemas de colaboración a colaboración.

Aparece en los matrimonios, donde los socios dejan de tratar de ganar argumentos y tienen como objetivo entenderse más profundamente. Transforma las culturas organizacionales, donde diversas perspectivas se convierten en activos en lugar de obstáculos.

Un CEO que entrené descubrió que su hábito de preguntar «¿Qué estás aprendiendo?» En lugar de «¿Cuáles son tus resultados?» En su uno a uno había creado una cultura donde las personas se sentían seguras para experimentar, fallar rápido e innovar.

Su curiosidad le había dado permiso a su equipo para ser curioso.

La revolución tranquila

Practicar curiosidad no se trata de fingir estar de acuerdo. Se trata de estar realmente interesado en cómo otros piensan, sienten y ver el mundo.

Es la práctica de mantenerse abierta cuando todo en nosotros quiere cerrar, y de permanecer enseñable cuando preferiríamos ser el maestro.

En una cultura llena de ruido y certeza, la curiosidad es un acto tranquilo de rebelión y un poderoso camino hacia la conexión.

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