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«La curación puede no ser tanto sobre mejorar, como de dejar ir todo lo que no es tú, todas las expectativas, todas las creencias, y convertirse en quien eres». ~ Rachel Naomi Remen
Durante años, el yoga period mi espacio seguro: el lugar donde me sentía fuerte, fundamentada y entera. Mi práctica no fue solo física; Period mi santuario, mi meditación conmovedora. Entonces, cuando una lesión en el hombro me obligó a cambiar la forma en que practicaba, no tenía dolor, estaba perdido.
Al principio, parecía menor. Un dolor persistente, nada por lo que no había trabajado antes. Me convencí de que más movimiento ayudaría, que el yoga, mi sanador para siempre, lo arreglaría. Me estiré, modifiqué, duplicé mi alineación. Pero cuanto más trataba de pasar, peor se volvió.
Finalmente, incluso las tareas más simples, vestidas, lavarme el cabello) difícil. Fue entonces cuando finalmente busqué ayuda médica. El diagnóstico: pintura de hombro y hombro congelado. Una combinación de uso excesivo, envejecimiento (una realización humilde cuando cedí cuarenta), y factores que nadie podría explicar completamente.
Le pregunté al médico cómo evitar que vuelva a suceder. La respuesta no estaba clara. No había fórmula perfecta, no había garantía. Esa incertidumbre me perturbó.
Rendirse al proceso
La curación no period lineal. Fue lento, frustrante y, a veces, desalentador. Vicé en bicicleta a través de fisioterapeutas, tomé medicamentos a regañadientes y pasé meses modificando mis movimientos. Pero la parte más difícil no fue el dolor: fue la lucha psychological y emocional de dejar de lado lo que solía ser mi práctica.
Me dolí la pérdida de mi antigua práctica de yoga. Me sentí traicionado por mi cuerpo, resentido de que lo que más amaba, en cierto modo, se volvió contra mí. Y sin embargo, en algún lugar de la frustración, me di cuenta: esto también period parte de mi práctica.
El yoga no se trata solo de movimiento. Se trata de presencia. Aceptación. Rendirse.
Comencé a inclinarme en las lecciones que mi lesión estaba tratando de enseñarme:
- Ahimsa (no molesto): Tuve que dejar de luchar contra mi cuerpo y en cambio extender su amabilidad, tal como lo haría con un ser querido que estaba luchando.
- Satya (veracidad): Tenía que reconocer que mi práctica cambiaría, y eso no period necesariamente algo malo.
- Aparigraha (no alcance): Tuve que dejar de lado mis expectativas rígidas y abrirme a un camino diferente y más suave a seguir.
- Santosha (satisfacción): Tuve que encontrar la paz con lo que mi cuerpo podía hacer, en lugar de llorar lo que no podía.
En el momento en que dejé de resistirme, algo cambió. Mi cuerpo no sanó durante la noche, pero mi perspectiva lo hizo. Comencé a ver la curación como una relación continua en lugar de un destino. Me di permiso para reducir la velocidad, para escuchar, confiar.
Reconstrucción con compasión
Mientras modificaba mi práctica, descubrí nuevas formas de mover que honraron mis limitaciones en lugar de luchar contra ellas. Mi práctica de yoga se volvió más suave, más consciente. Me concentré en el trabajo de respiración, las posturas de puesta a tierra y el movimiento suave. Dejé ir la thought de que tuve que esforzarme para probar algo.
También me di cuenta de algo más profundo: la curación no se trata solo de volver a donde estábamos, se trata de convertirse en en quién nos estamos convirtiendo.
Todos enfrentamos momentos en los que nos vemos obligados a reducir la velocidad, a reevaluar, cambiar. Y en esos momentos, tenemos una opción. Podemos resistir y sufrir, o podemos suavizar y crecer.
Si está navegando por una lesión, un revés o un cambio inesperado, sepa esto: su curación no tiene que parecerse a la de nadie más. Se le permite llorar. Se le permite sentirse frustrado. Pero también se le permite encontrar alegría en el proceso. Para descubrir nuevas formas de ser. Para confiar en eso, incluso en la desaceleración, hay sabiduría.
La curación no se trata de volver a lo que se trataba, se trata de abrazar lo que es y encontrar belleza en lo que es posible ahora.

Acerca de Michelle Lamansky
Michelle Lamansky es una instructora de yoga consciente de Trauma (RYT-500) y una entrenadora holística de salud y bienestar que ayuda a las mujeres a moverse a través del estrés y la ansiedad de alto funcionamiento con la compasión, la respiración y las herramientas basadas en el cuerpo. A través de sesiones privadas y programas a su propio ritmo, guía a los estudiantes a la calma, la conexión y un sentido del hogar dentro de sí mismos. Obtenga más información en www.balancedyogatn.com.